viernes, 30 de enero de 2009

Ramón; el poeta

Ramón se llamaba, le decían poeta,
el era la viva esperanza a cuestas,
llevaba en sus bolsillos un mar de sueños
y pintaba con ellos colores a la tierra.

Solía vestirse con un delantal sucio
manchado de crayones, carbonillas y témperas;
en sus alforjas una botella llena de aire puro
y en su corazón la vida plena.

Decía que este mundo eran partículas,
que necesitaban ser unido con poesía
y que las manos invisibles que las pintaran
serían con el tiempo los lazos de la vida.

En su destino de poeta errante y vagabundo
le pintó árboles frondosos al solitario camino,
a los caballos de corrales les dibujó alas
y al viento una cola de cometa para que no caiga.

Siguió atravesando paisajes y a las piedras
les pintaba un corazón y una flecha de Cupido
con dos letras de color de la esperanza
la A de amor y la H de un hombre renacido.

Sobre las fronteras puentes sin banderas
pintados de colores infinitos
para que nadie se sintiera clandestino
y volase por el mundo sin permisos.

A los hombres les colgaba un cartelito
que hablaba de la paz, de guerras sin sentidos
y les dibujaba a los necios en la ojos
una paloma con un laurel en el pico.

A los ciegos de espíritu les pintó ojos;
a los mudos por cadenas los llenó de gritos;
a los sordos de corazón les cantó al oído;
y a la vida un cielo de esperanzas y un sentido.

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