lunes, 22 de febrero de 2010

Tonterías medievales y cascos rotos

Trapezoidal movimiento de pies,
rombo inestable y desequilibrado,
un falso dos por cuatro
de ocho lados desiguales,
dos dedos de alcohol al filo del sombrero.
Afuera Malena canta un tango *
detrás de un arlequín de fango,
y el Cuartito azul** apaga sus luces dos instantes antes
del sollozo del alba, que no perdona
las malas rimas del alma.

Tonterías medievales
cascos blancos rotos por el verdugo tiempo;
la frente marchita que ya no vuelve
como tampoco vuelven los balcones con geranios.

Pasa, detrás de la carroza, el funerario.
Su atiborrada valija de lápidas a pedidos,
de epitafios dibujados en hojas de bronce
oropel de los muertos, sin olvidos.

En el epígrafe de la polaroid una pluma escribió:
“Hoy no creo ni en mi mismo,
todo es grupo, todo es falso,
y aquel, el que está más alto
es igual a los demás...” ***


*Malena - Homero Manzi
**Cuartito azul - Mario Battistella
***Las cuarentas - F. Gorrindo

viernes, 19 de febrero de 2010

Tantas cosas que no entiendo

Límites, calles cortadas y anegadas
en la vorágine del tranvía, del tiempo efímero.
Los ojos desorbitados buscan la calma
el norte que lo guíe hasta su centro.
Han pasado tantas huellas debajo de sus zapatos,
tantos chicles pegados en la vereda
que teme mirar al cielo, por si acaso
quedar varado.

Fueron las paredes quebradas las que hablaron
con sus grietas de escarnio.
Le dijeron con grafitis
¡Basta, no te sigas lamentando!

Camina, camina, anda de pies descalzos,
contágiate de la tierra, sus relieves, sus piedras en los caminos,
magúllate los dedos tropezando,
pero camina, camina, sigue andando.

Yo y mi silencio blanco.

Hay tantas cosas que no entiendo;
tantos negros presagios,
tantas oxidadas esperanzas,
contradictorias afonías
que hablan de un fracaso, de un sino oscuro, trasnochado.

Los límites redondos, siempre volviendo, rotando
sobre un eje descentrado,
mi silla de tres patas y un libro en blanco
bitácora de vuelo de un ave momificado.

Yo, mi oído sordo, mi silencio blanco
y tantas cosas que no entiendo…
tantas cosas que no entiendo…

sábado, 13 de febrero de 2010

La inutilidad de tu mezquino y abstracto yo

Soy el silencio,
el que deja de hablar para escribirte,
balbucear incoherencias desde un púlpito necio,
desde el cerrojo imbécil de tu lengua
que se niega, se retrae impunemente
hasta ser descifrado por un word
y sus malditas correcciones.

Un error haciendo catarsis,
magullando con dientes la piedra,
el basamento de tu yo inútil y abstracto.

Se corta el talón de Aquiles de tus miserias,
cae arrumbado entre los pies,
los crudos y desnudos pies de un gigante,
el que observa abstraído por mi risa,
la risa incomprensible de tu miedo.

Soy la honda certera de la palabra,
el proyectil disparado desde adentro
¡No huyas cobarde!

Abre el flujo de la sangre,
corroe el senil abandono estéril a los fracasos;
el estúpido amor altera tu libre albedrío
pero no lo mata.

martes, 9 de febrero de 2010

La irresponsable muerte de la culpa

Inexistente el vínculo
aferro eufórico sin saber
de la corta cadena de infortunios;
cada eslabón es un peldaño
hacia una bocanada de aire puro.
La primera y última.

Ya no pertenezco al ser natural
soy presto nonato advenedizo
de un útero de migrañas excitadas
e irresponsables.

Por los ojos, una vagina me escupe
como un vestigio casual-causal,
un orgasmo acelerado sin control,
restos de futuros inmaduros.
Un instante soy, otro no estoy;
perezco entre los dos últimos segundos
de una cobardía.

Y el mundo sigue andando
entre bombas y festines
en la franja del miedo,
del medio
indiferente.
Un instante fui.
Nadie me lloró.