miércoles, 26 de mayo de 2010

Cuando el tiempo gima en las bisagras

Puede que no me veas
tejer memorias por millones de auroras
y cortes leña de mi árbol sin darte cuenta,
y caigan los gajos de madreselva
enredados en los brazos de la espera.

Preguntaré entonces al gato cojo
si te vio subir en la azotea,
quizás sin darte cuenta
tomaste el tren equivocado,
el de la vieja travesía de paisajes,
de los mismos sitios,
nuestros antiguos niños extraviados
en la fuente de los sueños.

¿Te acuerdas la palidez del sol?
¿La escarcha de la hamaca?
¿La ruta del tranvía hacia el cielo?
Había entonces medialunas de queso
y la sonrisa de un payaso
dibujaba gorriones
sobre su sombrero.

Sólo cuando el tiempo gima en las bisagras
miraré el reloj y te sabré volviendo.
Encenderé la luna
sacudiré el polvo de las rosas
sumiré en zumo de uvas las cerezas
y pondré el mantel sobre la espera.

Te veré llegar desnuda
con la sonrisa como vestimenta
simple y bella como esfinge,
reluciente lunar de estrella.

Cuando bajes a la tierra
desde tu efímera gloria,
pisarás mis huellas,
te sentarás conmigo y te leeré un poema,
hasta quizás una lágrima de esperma
fecunde el anhelo abandonado
cuando murieron los gorriones
y la ajada rosa de mi sombrero
se deshojaba por dentro.

martes, 18 de mayo de 2010

No hablo por mi boca

No hablo por mi boca;
mi boca es más muda que una tregua
que un archipiélago de ojos muertos
en una frente de estatua-piedra.

No reconozco en mí
las planicies de la monotonía
ella sí habla pero no la escucho
me aplasta las orejas con sus gritos
¡Cómo grita!

A veces recurro al espejo,
artilugio volátil, instantáneo como rayo.
Mi voz rebota en esos ojos
delatando mi ausencia
la transparencia absoluta;
desintegrado, sometido a la abulia recurrente
de esconderme tras las pestañas de una sombra.

Y es cuando apareces
repliegas los bordes de un pasado
te zambulles entre mis costillas
practicas un forceps que aborta mi in cordura
expulsando las antiguas vigilias encarnadas.

Y me posees; plenitud absoluta, íntegra
hasta que los esfínteres del alma se relajan
absorbiendo toda mi noche en un solo de besos
en un concierto de preámbulos nocturnos
iluminando la llanura del silencio.

Flaquean los trazos, los esbozos genéticos
que mutan desde un muerto a este tiempo
eres bálsamo entre páramos
violadora transeúnte de mis espasmos
cuando el abrazo del deseo
sucumbe los cerrojos de mis miedos.

Te adueñas mujer, de cada gajo invertebrado
de toda raíz embutida en mis grietas
fertilizas en savia las ocultas historias
las que narran la paz entre guadañas
las de las termitas corroyendo mis fibras.
Soy por gracia y obra de tu esencia
plenitud extemporánea sacudiendo la modorra.

Calla entonces la noche y se pregunta
¿Quién se apoderó de las auroras?
¿Quién se adueñó de tu muerte?
Y me dejó sin el hambre de saberte
sin tu mísera existencia entre mis garras.

Tú sonríes mientras juegas con mis sueños
te sabes dueña y señora
patrona de un infierno
y te acuestas con la muerte, con mi muerte,
que no tiene escapatoria.

viernes, 14 de mayo de 2010

Abstracta mujer de piel y formas

Sólo tú me habitas
vida austera, roca negadora,
egoísta ceguera,
abstracta mujer de piel y formas;
nada pregonas fuera de tu cuerpo
más que la pared que te gobierna.

Y subes como viento de montaña
atravesando la cresta,
revolviendo el polvo áspero de su cuesta
que cuesta sostener aferrado a la tierra;
el árbol perenne
que asido a tu sombra
se aferra a las manos que te ahogan,
las distrae para que no aprieten
y corten tu vida que se entrega
pero tú, tú miras al poniente
en ceguera obsecuente,
miras el camino más corto
al precipicio
al beso fatal de la muerte.

Mira mis raíces impotentes
balancearse al viento de los miedos
al temor de caer cuando caiga tu cuerpo
y las ramas se quiebren sin poder sostenerte.

Sólo tú me habitas mujer
mediando entre el infierno y el cielo
nada hay más acá, toda la nada
acumulada en mis sienes.

domingo, 9 de mayo de 2010

Todo sigue como entonces

Volver y subir al viejo altillo
al mismo encierro de vetustas paredes
revoques de siglos, grises, austeros,
ahogando el frenesí de alguna vez estar vivo,
aislando en costras de piedra
los caminos recorridos.

Retomo las páginas con versos re manidos
agravo la historia, solvento el regreso
con poemas sin sentidos.

Todo sigue como entonces:
las manos huecas por donde escapa el aire
la esencia lastimosa del poeta herido,
hasta tu breve viento sigue siendo el mismo;
roza mis sienes, escapa raudo al menor suspiro.

La misma noche, la misma espera,
la brevedad de abrazos dibujados a tecla limpia
rosas de papel amarillando al desconcierto;
no fuimos complementos, apenas roce de palabras
hilvanadas en el tedio de estar solos.

Fui el tiempo breve del beso del viento
en la paleta austera de tus grises,
luego fuiste ausente, llevándote mis versos.

He vuelto, todo está como entonces
hasta el gato colgado del perchero
el de las cien vidas que mira mi regreso
y me dice con sus ojos muertos:
No huyas más, tu infierno está adentro.