sábado, 31 de julio de 2010

Vuelos

El pájaro enjaulado, antes del suicidio dijo:
¡Moriré cantando!
¿Alguien se opone?

Nadie respondió,
hasta el silencio prefirió morir;
no hay libertad sin el canto de los pájaros.

viernes, 30 de julio de 2010

Todo está bien

Soy la utopía y me desangro
por las necias mentes-muros ;
me acobardan, me obnubilan,
me retroceden dos casillas por cada una que avanzo;
me aíslan las reglas, la in-cordura,
la invalidez humana.

¡Y soy humano!

Llegan los mazazos desde las masas,
su ceguera choca contra la luz,
la revisten de cinismos
¡Está todo hecho, no hay caminos a descubrir!
Y soy la oveja negra, descarriada, alejada del rebaño;
me pintan los dedos de traidor a lo escrito,
soy foráneo en la sangre
provocador de rebeliones
subversivo entre cobardes.
Alguien dirá: un imbécil idealista,
un incómodo en lo cómodo
un adelantado tres pasos más atrás de lo posible,
de los auto límites que masifican
que acomodan a su comodidad los “todo está bien”.

Hacer, deshacer para ser.
Deshacer
deshacer...

¡Todo está hecho,
guárdate tus utopías,
nada está tan lejos como ellas!

Y las masas siguen como ovejas,
deshaciendo
deshaciendo...

Yo, tres casillas detrás de lo posible,
remando
remando
remando.

viernes, 23 de julio de 2010

Concepto errado del diabólico padre

Dejar de ser
la inmaculada concepción del ser,
traspasar la estupidez
la gran mentira de la vida,
de gen-eración en de-gen-eración
de doctrina a holocausto.

Volver la mácula absurda
del ojo con la viga
del golpe de odio en la otra mejilla;
caer de rodillas sumiso a un tótem
ayer de espíritu, hoy de barro.

Me confieso, ateo de mi sangre
-al concepto errado del diabólico padre-,
lánguido y mal humorado,
putrefacta manzana de la frustrada raza
puta destrucción del nonato mundo.

Pero te señalo victimario,
acérrimo tirano, capitalista de almas,
sugerente mercantil del me das y te repongo,
disfraz carnavalesco del cobarde
del que teme avanzar por sus débiles pasos
y echarte la culpa sin sentirse culpable.

A nadie engañas, ni siquiera a tu espejo,
el libro que pintaste se rompió en pedazos,
los profetas escupieron en tus clavos,
se oxidaron tus ideas
cayó la túnica manchada de sangre de infantes,
la palabra adula al ignorante
el viejo manifiesto del poder
se caga en ellas,
y vagas entre la mentira y la urgencia
en las debilidades de quien te profesa.

Desde la noche de los injustos

Otra vez las calles silenciosas
las veredas que contaminan con sus pasos
de abajo hacia arriba, desde las raíces
de las plantas de los pies.

Un río de injurias espontáneas, incoherentes,
se derramó en cadencioso desvarío
entre dos cordones mudos, fríos.
De acera en acera murió la ternura.
En los incrédulos oídos
se quiebra la sensatez a golpe de martillo.

Y el poeta desilusionado
se entrega al fluir herrumbrado de unos versos.
Detenido el vaivén cierra los ojos y expira:
todo final tiene un principio.
Hoy la cuenta regresiva alerta su sino:
murió el planeta de la flor
cuando cayó la bruma
desde la noche de los injustos.

La espada del ángel
cercenó su ilusorio camino.

Obituario

No tengo tiempo de detenerme,
he adorado el pesebre de tu estación
el natalicio de un nonato que no crece
que se ha aferrado a tu vientre de gárgola.
Hay un trazado por cumplir,
inmodificable mapa de relieves crudos y rugosos
firmes encantos de la muerte,
de esta que llama desde las voraces tramas del destino.

Y no hay miedos firmados, hay cruces inexorables
que definir, hay encierros postreros sin barrotes,
que coagulan la sangre de los relojes, de los huesos.

Demasiado tiempo, demasiada incertidumbre innecesaria
para esta tristeza lacerante que agobia los ejes
que empasta el brillo de las auroras, sin venas,
sin llaves ni remansos que aplaquen la ira,
la rubicunda desventaja de estar por estar,
vagar sin ímpetu sentado a la vera.

Llama el puñal a la futura cicatriz muerta,
se clava como en miga de pan
rebanando los arbitrios de la ira;
nefasta agonía, incrédula vida que ve llegar su final.

Y pensar que vivió al filo de la línea
con la miserable soberbia,
con el tiempo definido desde el primer llanto,
como si la eternidad fuese suya y no del tiempo.

miércoles, 21 de julio de 2010

21 gramos

La noche abrió la boca
y saltaron esquirlas de vómitos mezquinos,
injuriosos; hediendo a repugnantes celos
sobre la delicada memoria que te habita,
llenando de gérmenes mutantes
escupidos por el odio artero
por la inquina del farsante;
entonces formateó tu mente
olvidando lo vivido,
sepultando en dudas los versos enamorados
los besos del alma
la desnudez de los vocablos que te vistieron de abrazos
en la sobria distancia
en la piel dibujada por cántaros de lluvias,
aquellas antiguas lluvias
las que esta noche cruzaron el puente
para volver a llover en mí.
Y la mácula dudosa, inexistente, se volvió injuria en la piel
donde antes habitaba la pura expresión del alma;
y los siempre temblaron
y el amor sonó a mentira
a lágrima de hierro
a látigo de lengua sobre la confianza
que se astilló y dejó las huellas,
la costura insalvable,
el puente levadizo que no cierra
desde el instante que el odio abrió su boca
y se tragó todo un sueño
como un frágil castillo de naipes.

sábado, 10 de julio de 2010

Nadie vendrá a regar las flores

Doscientos siglos abren los ojos
¿Cuál de ellos pisará esta noche
la lánguida esperanza sin sol,
que subyace, que besa la presta tierra?

Derramarán los ojos en las tumbas
las coronas y sus espinas recias que enmarcan el adiós,
el definitivo artilugio de escapar de la vida;
esa mentira tan absurda como absurdo el beso muerto.

Nadie estará allí, abundarán los ausentes,
la tierra ocultará el último rostro
ahuyentando los fantasmas con sus trampas.

Alguien dirá: que fue desdicha de un amor,
otros, que apresuró a buscar la excusa;
nadie verá en mis vertientes de arrugas
derramar la sal amoratada,
porque hace tiempo he podido prescindir
lo inalcanzable, lo superfluo de amar
por la simple y efímera carne.

Nadie vendrá a regar las flores que no crezcan
porque partiré sin avisar, sin mendigar abrazos,
a muchos molestará esa indiferencia,
necesitan ser testigos del dolor
y decir en murmullos ¡Te lo dije!
Llégate a casa y me cuentas;
quizás alguna de estas noches
si mi vida loca me permite,
tomaremos cerveza y hablaremos como amigos,
como entonces, cuando éramos apenas gérmenes de sueños,
aquellos que no sabían de miserias.

Doscientos siglos, a quién importa;
si para que me escuches tengo que dejar mi testamento
mi derroche de nada sobre esta mi última morada;
afuera han quedado fantasmas,
ellos buscan otro cuerpo,
puede que el tuyo, en otro espacio, en otro negro siglo.

jueves, 8 de julio de 2010

¿Verdad que todo es mentira?

La mentira miente,
dice que hay un sentido oculto detrás de su palabra
y es verdad,
es tan cierto como su mentira
como la trampa de palabras
que engañan
que timan
¿Y quién puede dudar de ella
cuando dice que miente?

La verdad asiente
la mentira duda,
no cree en su absolutismo
en su objetivo concepto
y tiene razón,
su verdad no convence;
hay más de una verdad detrás de cada mentira.
¿Verdad?

Quizás las dos mientan
o ambas digan sus verdades,
lo cierto es que no creo ni en mi sombra;
ella dice que me sigue siempre
pero de noche no la veo
se oculta entre las sombras
se pierde, se confunde,
abolida su razón
se niega y luego aparece
cuando un rayo de sol,
un impoluto gemido adiamantado
disgregado en mil colores
la tiñe de arco
luego de la lluvia.

En confianza (entre nosotros digo)
¿Verdad que todo es mentira,
que la mentira es la paleta de colores,
el placebo del iris revolucionario de paz,
que la mentira es el hambre en las calles,
en los estómagos de los libros,
en el profiláctico condón
que legaliza el crimen organizado de la vida?

No creo en mi verbo,
en este absurdo delirio suicida,
pero no es mentira, aunque no sea verdad:
soy la inferioridad numérica de mis yoes
ellos sí dicen la verdad,
sus tantas verdades sobre mi persona
que hasta me parece mentira
haber transcurrido tantos siglos
alimentando una utopía.

martes, 6 de julio de 2010

Alguien gritó en la noche

Presta oídos, escucha,
alguien gritó en la noche,
quizás el viento o algún fantasma
con hambre de un cuerpo.

¡Gime! ¿Oyes? ¡Es un lamento!
viene calando hondo el terco silencio
y galopes de briosos caballos
aterciopelan el aire de relinchos.

¿Será la conciencia del hombre
buscando albedrío,
la finitud de la pena
la boca del laberinto,
el agua bendita que calme la sed
y lave el barro de entre sus dientes?

Imagino que lo toma la muerte,
que en sus manos mugrientas
sostiene en equilibrio
la fe inconclusa del guerrero herido,
y estocadas certeras laceran su miedo
y un río infinito de lava ardiente,
proyecta injurias sobre su cuerpo.

Yo no sé, pero el aire sabe a brusquedad,
a maltrechos horizontes
sangrando en velas de fuego,
en olas de azufre, mal oliendo,
mientras un beso de muerte
amargo como la vida,
sacude el istmo de su pecho;
entonces también grito,
grita conmigo,
gime al silencio la magnitud de las palabras,
del dolor;
la esperanza del hombre partido.