lunes, 22 de noviembre de 2010

Es hora de volver a casa

Cuántas madreselvas han tejido paredes
antes de volverse trepadoras;
cuántas muertes han renacido antes de caminar
sobre este inculto terreno cubierto de alimañas,
de cadáveres que han vivido absurdamente
su propia vida de irresoluta humanidad.

Es momento de voltear las sábanas,
de blanquear con el recuerdo
esta situación absurda de empañar los días;
de alterar el orden de las cosas
en un orden necesario y diferente;
recuperar el acento natural
que nos asombró luego del principio,
luego de las miradas concluyentes
que absorbieron nuestros ojos.

Solos, inmersos en obscenidades
descubiertas en la red de placares
donde habitamos indiferentes sin distinguir los ocasos.
Es tiempo de subyugar a la distancia
y abrazarla del mismo lado de la luz
y ser sombra y pared al mismo tiempo.

Es hora de volver a casa,
apagar la caja boba
y olvidar la vida que desalienta,
que alimenta este existir de superficies,
que rebalsa el vaso de abulia,
mientras afuera, todo continúa como si nada,
como si un viento venusino atropellara una nave de olvido
que intentó posarse desnuda.
¡Sí señor!
Es hora de volver a casa.

2 comentarios:

Julie Sopetrán dijo...

La fuerza de tu poesía me deslumbra. Eres un gran poeta, amigo. Felicidades.

Daniel dijo...

Gracias mi amiga; creo que debo bajar un poco los decibeles o mis palabras explotarán en este blog.
Un abrazo.