miércoles, 14 de abril de 2010

Antiguas calles invisibles

La torpeza de las palabras
las que no dicen nada, sólo segregan rudezas
a unos versos que quisieron hablar de amor
de justicia, de niños en cuentos
de delirios surrealistas
de llantos
saliendo como lamentos,
disparados por el hastío
hasta el blanco hueso de una arquitectura
que no lee nada más que un montón de letras apiñadas.

Cada palabra dicha es una muerte más que anda
y cada muerte es el comienzo
de una despedida interminable,
la que quiero alcanzar
cuando mis embriones estén llenos de letras sueltas
cuando acabe el período fértil de un ingenuo poeta,
inventor de amores en baldosas
de cascadas de aguas de cocos
de quintos de luna sobre un balcón
sobre un agosto muerto
de alas de rosa
de ruedas de piedra estrujando memorias;
de un sueño acabado en calles invisibles
de pequeño príncipe y calabazas.

Voy tras mis futuros pasos,
arrancando los caminos dejados atrás,
vírgenes de amores,
fecundados y muertos por las huellas de las lluvias
acomodando mi silueta contra el viento
para que no se filtre en mis ojos
y desprenda en llantos sobre el olvido
los recuerdos inmolados.

lunes, 12 de abril de 2010

La necrosis de los días

El parlamento de los días,
los reclamos oscuros y ácidos de sus voces,
apenas audibles en su apnea
en el esfuerzo por no respirar el sucio aire
que contamina y oxida los relojes.

Trazando círculos viciosos,
esquivando baches en la vereda,
pasa un átomo de oxígeno, emborrachado de smog,
su palpitar asfixiado gangrena la sangre
y un espasmo estrangula su garganta.

Y el humo que baja, ya no respira;
está tan denso el cielo
que llueve plomo sobre los días.