viernes, 25 de junio de 2010

La sutura

La sutura
dura, inmóvil, cerrada
allana la herida
cierra firme el grito,
afuera la costra
sostiene la huída
el flujo sanguíneo
que no mane, que sea menos;

ayer la hoz
hoy la palabra
ambas cegando el habla
la planicie del espanto
del amor cegado
eunuco
impotente
visceral
vomitivo.

Cada punto un ruego
un desatino.
Me dices,
ayer eras sangre hoy vino:
mareas
obnubilas
perforas
resaca menstrual
de mis noches.

Entre dos paredes
dos rostros aúllan
rebotan
revientan
sangran llantos
suturan
tejen
castran un amor
sin piedad;
el odio fue más fuerte,
nadie sobrevivió a la emergencia
en la sala de espera.

lunes, 21 de junio de 2010

Como a ellos

Descolocado loco
locura indecente
¡Indecente!

Cordura esquizofrénica
disloca las abulias
desarregla la isquemia
la zoofrenia del disloque.

Locos de cordura
incordios de cuerdas y de voces
la mente desglosa
la voz escupe saetas
delira desde la in-cordura
loco yo por ser poeta
asceta indecente
chaleco de-mente.

La pared no entiende
se desploma
choca la in-mente
loco libera la palabra en la lengua
y lacera la cuerda estupidez
que se vuelve loca de cordura
no comprende
muere necia, ciega, cuerda
estúpidamente cuerda.

El loco sonríe…
nadie lo encarcela.

domingo, 20 de junio de 2010

La finitud del círculo

De su nudo -la boca-, lloró el árbol;
lo vi entre dos quiebres caer madera
horqueta herida teñida de rojo,
cascada hecha resina.
Cayó sin caer, muriendo de pie.

Y no olvido su llanto ni sus anillos de recuerdos,
siglos cubriendo soles
escarchas desveladas en genética circular:
hacia arriba, ensanchando copa
hacia abajo, reabsorbiendo raíces,
pariendo brotes de futuras maderas;
las hijas de sus hijos,
la misma savia dolorida, la misma angustia.

He visto a mi padre,
en el tajo de la vida por donde entra la muerte;
la muerte de la sangre, el último apellido de su estirpe,
es decir, los hijos de sus hijos, que no serán.

lunes, 7 de junio de 2010

Tu terco y lento suicidio

Como tantas veces, me he acercado a ti
revolviendo lo eternamente revuelto;
las palabras inconsistentes, los verbos.
Planté geranios en tus manos y un sol,
para reconocerte en ellos.
Como tantas veces.

Como tantas veces; ultrajé mis ojos
humillado a un desatino,
y un perdón inequívoco al aire
se esfumaba en los silencios.

/Eres necia, rencor de piedra,
lámpara sin deseos apagándose
en los suspiros del viento;
viento viciado de dudas,
las mismas dudas.
Como tantas veces/

Como tantas veces; tu boca de hiedra
lanza dendritas sobre mis paredes
trepas reptando como sierpe
clavas espinas y luego huyes.
Como tantas veces.

/Me duele verte morir, despacio,
secándote sin treguas;
suicidándote los ojos, la lengua, la sonrisa
contra mi angustia que se queda/

También me suicidas,
como tantas veces.

martes, 1 de junio de 2010

La nocturna siesta del poeta

He pensado enmudecer
buscar el atronador delirio que subyugue
la garganta, las formas de la desesperada razón,
absurda razón: la aurora próxima.
Veinticuatro círculos, dos agujas de hielo
la abertura roja de las venas
y los cuerpos heridos sin la luz.

/He pensado, no sé, quizás verte clara
detrás de tu bipolar presencia
lamiéndote las heridas
sorbiendo las míseras y escuetas paredes
de tu negra conciencia
¡Oh! Noche/

Mi locura trasvasa los umbrales
se acurruca en el vientre del temor
en la fragilidad del brillo de las lágrimas
antes de la muerte del rocío.

Es la aurora desgastada
cambiante de luces parturientas,
difamando al nacimiento del día.

Por fuera del pulso, el holocausto matinal
la desfachatez de tantos pasos vacíos,
auguran la nocturna siesta del poeta
que duerme sobre lápidas sin memorias
ni fechas de caducidad.