miércoles, 23 de marzo de 2011

La intacta perversión del tiempo

Yo; que regreso como tantas veces
a pintarte de abstracta forma y melancolía,
abusando sin escrúpulos de un fantasmagórico
cuerpo ígneo. Vasija de lava apagada,
terracota que moldea humedades
con formas y costumbres cóncavas,
deletreando rostros conversos en angustias.

Yo; que te aferré con clavos de olor
a la pérgola de mis ojos; donde aromas
y desmoronas las tejas azules de un cielo,
que no duda en blasfemar su impotencia,
su vertiginoso albur de guerrero de lluvias.

Te he vuelto parte de un vaivén,
de una ajetreada agenda de remembranzas
donde minuto a vida aliteras los pasos,
interrogas a las preguntas sin respuestas
y esclavizas la memoria en un frasco con hormigas.

Yo; la intacta perversión del tiempo,
satírico desayuno de un teorema,
de una flagrante y aborrecida hipótesis,
donde el resultado cronológico
revela, que no han quedado más que esquirlas
bajo la sábana donde tejió la noche,
un patético entramado de huesos.