Plantear la noche desde la nada
cuando la pena se hace ancha;
se calma el aire,
los latidos se exaltan
en vértigos que atenazan.
Toman formas inverosímiles
los cuerpos de la memoria;
confabulan para salir,
se mixturan, se agazapan
esperando sus revanchas.
Puede que se debilite el alma
cuando oprima la angustia
y en un rincón de la noche
pueda ser acorralada,
quitarle el aire, asfixiarla.
Y es entonces en ese silencio
que regresan los fantasmas,
tiran de los pies, sacuden la cama
y la conciencia se ensaña
por debajo de la almohada.
Planificar la noche para esperarla,
protegerse con corazas
no sirve de nada,
de cualquier manera llega
y se apodera del alma.
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