miércoles, 22 de agosto de 2012

Intemperie

A veces soy el ciego
que mira la pantalla blanca de sus ojos,
sabiendo que delante de ese velo la vida se devela
y me quedo entonces observándote,
imaginando tus movimientos ínfimos, precisos,
hasta aquellos inciertos que no tienen recorridos determinados.
Tacto buscando quien sabe qué en la memoria
a pesar de no saber la razón de mi estatismo
de estirar los ojos y desgarrar la tela y tocar
y palpar más allá de las palabras.
Es que el tiempo ha olvidado sus formas, sus temperaturas interiores
y el temor a una autocombustión del cuerpo se diluye en ese olvido
y las manos se esconden entre las piernas de la impotencia,
de la ignorancia del frío que todo lo abarca.
Tantas veces he querido decapitar las manos de mi memoria
para no pintarte en el mural de los lamentos.

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