A veces soy sombra reptando paredes,
acertijos de vida sin respuestas
que trepan mis axones y se implantan
en el lóbulo central de mi esquizofrenia.
Amarronado y vetusto mucílago,
sabor acre de sangre derramada
en vanos de puertas que cerraron
sus postigos de odios en mi cara.
Pero respiro aún con el aire muerto,
y camino erguido a pecho descubierto
entre mausoleos de rostros extraños,
testigos callados de mis desconciertos.
Y mis desvarìos, los que no pudieron
callar con el certero golpe de un chaleco,
que encarcela mis músculos y tendones
pero deja libre mis pájaros en concierto.
Y vuelvo sombra aferrando muérdagos,
sucumbo silencioso sin remedio,
mientras la calma reina en el suplicio
la procesión delirante va por dentro.
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