sábado, 14 de noviembre de 2009

Séptima luna saturniana

Soy el segundo insignificante
entre las agujas cronológicas del olvido,
sobre la cornisa
que sustenta el último suspiro
de un cohete saturniano rumbo
a su séptima luna.

Afuera de mi centro,
sobre el asfalto verde
del mísero campo de juego donde circula la savia
aterida de semáforos rojos, castradores de arterias,
me veo iluminado.
Proyección atómica sobre la vidriera rota
expuesto entre candelabros y maniquíes,
bronces y madera, brillo y sonrisas falsas.
Allí transito náufrago en oquedades
apenas ese punto efímero
que suma y resta siempre el mismo punto.

Pasa un tren al galope,
cien caballos murmullan
sus bufidos de vapor,
humedecen sus huellas cautivas.
Miles de segundos de hierros aplastan mis propios pasos
nadie los nota, soy sombra
que transcurre entre dos eclipses.

Nos propusimos mudar de otoños
en ráfagas de adrenalina,
aferrar la estirpe de esa rosa de amatista
hecha vientre sobre los geranios
y fuimos afiches de latas herrumbradas
en la intemperie de paredes opuestas.

Los geranios también se herrumbraron;
las paredes se aplastaron entre ellas;
el tren galopó sobre los vientres de los geranios,
se desparramaron esporas de puntos
sobre los rieles;
sobreviví apenas por mi atómica insignificancia
en la séptima luna saturniana.

6 comentarios:

La abuela frescotona dijo...

me suena a disgregación cósmica..
a atomización del ser por la "cosa" cotidiana....me gustaria ilustrarme querido amigo, te abrazo

Daniel dijo...

Parte de mis delirios que minimizan mi espacio corpóreo a la nada, la ausencia de vida o de muerte. Da igual cual de ellas sea.

Son sólo estados naturales que a veces se rebelan. Todo pasa, eso dicen.

Gracias por leer tan bien querida abuela.
Mi abrazo.

LEON PLATA dijo...

Tiempos eclipsados por abismos errantes;
se oyen crujir los pies sobre el tablado,
el patíbulo se alza ignominioso,
con su orgullo exacerbado,
atónito, frente el reloj calcinado que no termina de dar la hora de la palancada final;
los verdugos desvarían,
el sol nos abandona,
la mesa del escribano tambalea,
las lloronas por encargo fungen como prostitutas.
En tierra infértil se agigantan las higueras;
Escalarlas no es fácil,
Sangran las manos,
Pero llevan a Saturno,
Peor es nada,
Allí no hay historia
Ni mucho menos historiadores
¿ qué será del hombre en esas planicies?
No importa
Como mundanos sujetos históricos
Vamos en son de guerra
A sembrar nuestra codicia
Real insignia de los tiempos terrícolas.
¿Qué sucede con la ejecución?
El último polvo para los condenados;
Han tenido esa consideración,
Los agentes del orden han proyectado
Su último deseo en la rigidez de los rostros
Próximamente ultimados,
Pero ya cansados de masturbarse
Éstos la gozosa oferta han declinado.
Ahora tratan de seducir la muerte
Para invitarlos a todos a la orgía vigorosa
Del grito de los humillados.


Estimado Daniel, sé que este comentario no tiene que ver mucho con tu poema, pero de súbito, se me ha antojado escribir esto.

Sos uno de los mejores poetas cuyas obras no sólo leo, sino que respiro, abrazo, siento...que en suma, vivo.

Abrazo de sincero seguidor.

Daniel dijo...

Tu poesía es el mejor comentario posible, obvia cualquier otras palabras que sean devolución a mis intentos.
Eres también un gran poeta y mejor compañero de letras. lo cual ayuda a que el camino sea más grato.
Muchas gracias por estar presente y seguir alentando lo que humildemente transcribo aquí.

Mi afectuoso abrazo.

Dracyluna dijo...

Vejez. Esa que recorre nuestros sentidos, delicada, silenciosa, esa que como el mejor de los amantes va dejando sus huellas a cambio de un poco, solo un poco sabiduría, y que digámoslo, porque no? en cierta forma es la musa que nos seduce cuando la soledad lo impone, je…je… je… Sabio poema, Felicidades

Daniel dijo...

Es así poeta; le experiencia de la vida.
Gracias por acercarte.

Saludos para vos.