Extraño tiempo;
noche clara, día oscuro, mañana quién sabe.
Quizás un sismo sin magnitud borre la esperanza
y la vida sea un lance de dados
sobre una montaña de cráneos mutilados.
Tiembla la tierra
y los pies del árbol no pueden correr.
Se aplasta la copa y el labio roto
sangra mutilado;
ya no habrá besos de chocolate
en el desayuno
ni muñecas columpiando en las hamacas.
Perece el instante al instante;
silencio debajo de los escombros.
Se acomoda el núcleo,
se desacomoda la vida
amalgamados
en la muerte.
¡Corran, viene por más!
Insaciable tierra.
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4 comentarios:
Que triste... La naturaleza toma las riendas de nuestras vidas, sálvese quien pueda y para correr...muchos ya no tienen fuerza.
Excelente tu poema, Daniel.
Cariños!
A veces somos árbol y el temblor nos supera, sucede demasiadas veces.
Gracias Sol, un lindo fin de semana para vos.
Mi cariño.
Daniel, que sensación de impotencia , de querer correr y no poder, me ha trasmitido tu poema.
Es verdad. Hay veces que queremos salir de alguna situación y no podemos, pero el tiempo ayuda.
Muchos besos poeta.
Como esos sueños donde nos persiguen y nos quedamos paralizados. La vida real también tiene esos momentos. Hay que despertar y seguir andando mientras se pueda.
Gracias Duna. Besos.
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