viernes, 5 de marzo de 2010

El silencio de los escombros

Extraño tiempo;
noche clara, día oscuro, mañana quién sabe.
Quizás un sismo sin magnitud borre la esperanza
y la vida sea un lance de dados
sobre una montaña de cráneos mutilados.
Tiembla la tierra
y los pies del árbol no pueden correr.

Se aplasta la copa y el labio roto
sangra mutilado;
ya no habrá besos de chocolate
en el desayuno
ni muñecas columpiando en las hamacas.
Perece el instante al instante;
silencio debajo de los escombros.

Se acomoda el núcleo,
se desacomoda la vida
amalgamados
en la muerte.

¡Corran, viene por más!

Insaciable tierra.

4 comentarios:

Soledad Arrieta dijo...

Que triste... La naturaleza toma las riendas de nuestras vidas, sálvese quien pueda y para correr...muchos ya no tienen fuerza.
Excelente tu poema, Daniel.
Cariños!

Daniel dijo...

A veces somos árbol y el temblor nos supera, sucede demasiadas veces.

Gracias Sol, un lindo fin de semana para vos.

Mi cariño.

Duna dijo...

Daniel, que sensación de impotencia , de querer correr y no poder, me ha trasmitido tu poema.
Es verdad. Hay veces que queremos salir de alguna situación y no podemos, pero el tiempo ayuda.

Muchos besos poeta.

Daniel dijo...

Como esos sueños donde nos persiguen y nos quedamos paralizados. La vida real también tiene esos momentos. Hay que despertar y seguir andando mientras se pueda.

Gracias Duna. Besos.