El hambre es sinuosa,
sacude las tripas
con sus quejidos,
con sus ácidos eructos.
Deglute saliva
sólo saliva.
Saliva.
El hambre tiene hambre;
no entiende de inflación,
pide aumento
resarcimiento,
un porcentaje de migajas,
menos hambres en las calles,
menos moscas
que inflen su hambre.
El hambre fue niño,
creció y creció
hasta volverse adulto,
creció
hasta volverse híbrido,
sin documento,
sólo un rostro esquelético.
El hambre habla para adentro,
infla barrigas
de aire,
más aire
y flota sobre
la ingenua mirada
de otras hambres
como ella.
¿Qué hará el hambre
cuando todas las hambres
se cansen y revienten
y salgan a matar
hambres con menos hambres,
con menos aire
con menos barriga
con menos desesperanza?
Ladrarán los perros
de las hambres
que no tienen hambre;
porque cuando el hambre se canse,
cuando el hambre atenace
las hambres de los que tienen hambre;
cogerán los cuchillos
afilarán sus gargantas
y saldrán a matar su hambre;
de venganza
de esperanza
de vergüenza.
Cuando no quede
basura para repartir
sobre las calles,
recién entonces
se habrá purificado el aire,
y el hambre…
habrá saciado su hambre.
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2 comentarios:
Sí, amigo Daniel, el hambre nos come, con este poema me dan ganas de llorar, pero aún así, creo que muy pocos poemas pueden expresar el hambre como el tuyo. Y con una persona que lo lea, ya cumplió su destino la poesía. Me encanta leerte, por si acaso eso te calma el hambre. Un genial poema para leerlo muchas veces y cada vez sacar un trozo de pan para el espíritu. Sólo puedo decirte: Felicidades. Un beso.
Hay un hambre generalizado en la tierra y no sólo de comida.
Gracias estimada Julie.
Un beso.
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