martes, 23 de noviembre de 2010

Cuando no quede basura sobre las calles

El hambre es sinuosa,
sacude las tripas
con sus quejidos,
con sus ácidos eructos.
Deglute saliva
sólo saliva.
Saliva.

El hambre tiene hambre;
no entiende de inflación,
pide aumento
resarcimiento,
un porcentaje de migajas,
menos hambres en las calles,
menos moscas
que inflen su hambre.

El hambre fue niño,
creció y creció
hasta volverse adulto,
creció
hasta volverse híbrido,
sin documento,
sólo un rostro esquelético.

El hambre habla para adentro,
infla barrigas
de aire,
más aire
y flota sobre
la ingenua mirada
de otras hambres
como ella.

¿Qué hará el hambre
cuando todas las hambres
se cansen y revienten
y salgan a matar
hambres con menos hambres,
con menos aire
con menos barriga
con menos desesperanza?

Ladrarán los perros
de las hambres
que no tienen hambre;
porque cuando el hambre se canse,
cuando el hambre atenace
las hambres de los que tienen hambre;
cogerán los cuchillos
afilarán sus gargantas
y saldrán a matar su hambre;
de venganza
de esperanza
de vergüenza.

Cuando no quede
basura para repartir
sobre las calles,
recién entonces
se habrá purificado el aire,
y el hambre…
habrá saciado su hambre.

2 comentarios:

Julie Sopetrán dijo...

Sí, amigo Daniel, el hambre nos come, con este poema me dan ganas de llorar, pero aún así, creo que muy pocos poemas pueden expresar el hambre como el tuyo. Y con una persona que lo lea, ya cumplió su destino la poesía. Me encanta leerte, por si acaso eso te calma el hambre. Un genial poema para leerlo muchas veces y cada vez sacar un trozo de pan para el espíritu. Sólo puedo decirte: Felicidades. Un beso.

Daniel dijo...

Hay un hambre generalizado en la tierra y no sólo de comida.
Gracias estimada Julie.
Un beso.