jueves, 16 de junio de 2011

En la rumba amarga de los días

Esta hora es mía,
es el saldo del resto de los días,
la suma de mañanas inciertos
que pugnan por salir en caravana
a morir en el intento.
Haber cruzado la mortal espesura
de un trabalenguas existencial,
dejó expuesto un calcáreo esqueleto
en la rumba amarga de los días.

Esa hora fue mía,
fue el salvavidas en la arena,
la piedra que elevó la ballesta
despedazando la cuerda liviandad
con que caminan mis años.
Cansado estoy de pisar las ruinas.

2 comentarios:

Julie Sopetrán dijo...

Bellísimo, Daniel, hermosas imágenes, incréíble final... Se siente como si esas ruinas fueran eternas. Me encanta tu poesía. Un abrazo.

Daniel dijo...

Julie, Julie; qué generosa eres conmigo y yo que te abandono. Gracias amiga.