martes, 23 de diciembre de 2008

Pero esta noche no habrá nadie

El vino mueve
la lengua de mi nostalgia;
de los días felices y no tantos
y emborracho el alma
para no beber solo,
el vino agrio del recuerdo.

Hoy es noche de brindis
como tantas otras;
pero no hay copas,
sólo mi vino solo
en un vaso medio vacío
teñido de tantos vinos.

Ese vino, vicio de los pobres,
el que entierra las noches de fatigas;
el que golpea la inocencia
cuando se mezcla con la sangre.
Y humilla a la cordura.
Y mutila al amor.

Yo no vengo del vino;
pero hubo tantos vinos,
que en mi sangre hay
un rencor hiriendo las vides;
que sangran de vergüenza
por sus injustas heridas.

Pero hubo tantos vinos;
que el temor de mi brindis
no termine en el último trago;
y el alcohol emborrachado
que espera obnubilado,
se apodere de mi sangre.

Por eso hoy brindo;
con sólo mi vaso solo
teñido de tantos vinos,
que marearon mi inocencia,
y el ahogado llanto de mi madre.
Pero esta noche no habrá nadie.

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