miércoles, 3 de diciembre de 2008

El tiempo no mata los sueños

Como la niebla ante los rayos del sol;
a orillas del camino se diluyen los sueños,
aquellos que forjamos tantas noches
cuando pensamos, que de la vida éramos dueños.

Somos la piel del tiempo, su vida;
conteniendo su transcurrir etéreo,
y en la actitud de vida que elijamos
permanecerá unido a nuestro cuerpo.

Determinamos su existir tangible,
en cada vida y sus intentos,
en largas noches de vigilias,
o en distancias eternas de sueños.

Que nada transcurre sin nuestro deseo,
ni siquiera el tiempo es dueño de su tiempo;
consumimos la esperanza en carne viva
o la llevamos con nosotros todo el tiempo.

El tiempo no tiraniza mis sueños.
El tiempo es testigo resignado,
de lo que no supe hacer en su momento;
en su etérea existencia, y a su debido tiempo.

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