martes, 20 de octubre de 2009

Tres dedos

Los dedos de conciencia que sobran
señalan el hazmerreír del imbécil
el acusador de índice liviano
que comulga con lo absurdo
y su ignorancia.

El que acusa con un dedo
le sobran tres que apuntan a su norte;
no merece mi condena,
merece mi lástima.

/ Es mi reflejo el que habla /

2 comentarios:

La abuela frescotona dijo...

este poema si que no cae en saco roto,el pre-juicio siempre lleva de la mano a la ignorancia....un abrazo Daniel

Daniel dijo...

La ignorancia es la raíz. Gracias abuela, mi abrazo.