Los dedos de conciencia que sobran
señalan el hazmerreír del imbécil
el acusador de índice liviano
que comulga con lo absurdo
y su ignorancia.
El que acusa con un dedo
le sobran tres que apuntan a su norte;
no merece mi condena,
merece mi lástima.
/ Es mi reflejo el que habla /
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2 comentarios:
este poema si que no cae en saco roto,el pre-juicio siempre lleva de la mano a la ignorancia....un abrazo Daniel
La ignorancia es la raíz. Gracias abuela, mi abrazo.
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